238 | Luz Adriana

En la mesa, junto al café, Luz Adriana Sansasoy desliza un libro. «Te he traído un regalo», dice. En la portada se ve una imagen de Yolanda Villavicencio, la primera diputada extranjera de la Asamblea de Madrid. El título: ‘Una sudaca en el Parlamento’. «Quiero compartirlo contigo porque ella es una referencia para mí. No solo ha llegado a ocupar un lugar importante, al que poquísimos inmigrantes tenemos acceso, también preside una asociación que ayuda mucho a la gente».

En efecto, Villavicencio es la directora de AESCO (América-España, Solidaridad y Cooperación), una ong que brinda apoyo jurídico y educativo a los extranjeros, que cuenta con un programa de ayuda al retorno voluntario y que, además, trabaja para erradicar la violencia de género. Luz Adriana es la coordinadora de la delegación en Bilbao. «Mi trabajo es voluntario y me siento muy feliz. Con el tiempo, las cosas que vives cuando emigras se transforman en experiencia, en un valor. Es muy gratificante poder usar ese capital para ayudar a los demás y hacer que su camino sea más fácil que el de uno», señala.

Originaria de Cerrito Valle, Colombia, Luz Adriana cruzó el Atlántico en 2007. «Yo nunca pude estudiar en la universidad porque no tuve los recursos suficientes y eso siempre me ha entristecido -explica-. Sin embargo, siempre me preocupé de formarme. En mi país existe una institución educativa que promueve a los jóvenes menos favorecidos; gracias a ello, tuve acceso a los estudios superiores después del bachillerato y, más adelante, pude venir aquí».

En 2006, la entidad lanzó una convocatoria nacional para este colectivo de jóvenes: los más cualificados vendrían a trabajar a Europa. Y Luz Adriana fue una de las 42 personas favorecidas tras el proceso de selección. Se habían presentado 15.000. «Aquello me hizo sentir muy bien. Para mí, fue un reto personal: me demostré a mí misma que no necesité de una universidad para enseñar lo que llevo dentro y de lo que soy capaz».

Y es que Luz tiene el empuje en la sangre. Si algo la caracteriza es su capacidad de lucha y su espíritu de superación. Con solo veinte años, llegó a ser supervisora de marketing en una empresa licorera y a manejar un departamento de más de treinta personas. «Empecé a trabajar muy joven porque era lo que veía en mi casa. Mis orígenes son humildes -relata-. Mi papá trabajaba en Ferrocarriles Nacionales de Colombia, pero cuando se quedó sin empleo, salió a cortar cañas, que es una de las actividades más duras que te puedas imaginar».

Cañas, lodo y maíz

«Muchas veces -continúa- llegaba a casa cubierto de lodo hasta el pecho. Y mi madre, a las cinco de la mañana, se levantaba a moler maíz. Por eso yo trabajaba durante el día y estudiaba por las noches: mis padres siempre han sido el motor que me impulsa a seguir adelante, hasta el día de hoy, y mi sueño es poder ayudarlos, hacer el papel de ‘hada madrina’ con ellos». En su voz hay una nota de tristeza. Pese a haber emigrado con viento a favor, las cosas no han sido fáciles para ella y para su esposo que, como muchos ciudadanos, se han topado con la crisis. Y sus efectos colaterales.

“A mi padre lo balearon y yo no pude ir a cuidarlo», dice con lágrimas en los ojos. «Estaba en la calle, lo quisieron robar y él salió corriendo. Los ladrones no dudaron en disparar y le metieron tres tiros en el cuerpo. Sobrevivió porque ninguna de las balas impactó en órganos vitales. Y tuvo suerte, ya que una le pasó al lado del corazón y otra, junto a la columna. Podría haber quedado paralítico de por vida», explica.

“Para mí fue muy difícil no estar allí en ese momento, no poder ayudarlo a él ni darle apoyo a mi madre. Este tipo de situaciones tan tristes forman parte de la vida de los migrantes, aunque no se suele hablar de ello. Los números y la estadística no recogen los problemas de vivir lejos ni la dificultad para consolidarse en un entorno nuevo. No los hacen visibles, se los tragan». Aún así, ella se siente muy agradecida con Euskadi. «Aquí he podido estudiar, seguir aprendiendo. Y eso es lo que quiero: crecer, trabajar y ser una mujer independiente, capaz de ayudar a su familia. Quiero darle a mi pequeña hija un futuro mejor, y a mis padres un presente feliz. Sé que lo voy a lograr».

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