El 27 de febrero de 2010 fue el peor día de su vida. Cuando se despertó en Arrigorriaga aquel sábado de invierno, Marta González Letelier se enteró de la noticia. Un terremoto brutal -de 8,8 grados en la escala de Richter- había azotado el corazón de Chile y el de Talca, su ciudad, cuyo casco histórico quedó completamente destruido. “Las casas del pueblo eran de adobe y se vinieron abajo, al igual que muchos otros edificios”, explica.
Las imágenes mostraban los escombros, las carreteras cortadas, la desesperación de los pobladores y el caos. En los periódicos, los expertos aseguraban que aquel seísmo era el segundo más intenso en la historia del país, y uno de los seis más fuertes registrados en todo el mundo. Las autoridades declararon el lugar como ‘zona de catástrofe’ y empezaron a contar los muertos. Y Marta, que seguía boquiabierta en Euskadi, “no sabía qué hacer”. Para ella, lo peor no era ver su ciudad en ruinas. Lo más duro era saber que allí estaban su madre y su hijo, y no saber si estaban vivos.
“Las comunicaciones estaban cortadas y no supe nada de ellos durante dos días. En ese lapso, no reaccioné. No podía ni llorar, ni rezar, aunque creo enDios”, cuenta esta periodista chilena que llegó al País Vasco en 2009. “Yo había venido con una beca para hacer un posgrado aquí porque la situación de mi país es difícil y el acceso a la educación, muy caro. Mi idea original era hacer el master y regresar, pero el terremoto lo cambió todo”, relata.
Tras comprobar que su familia estaba a salvo, Marta comenzó a plantearse alternativas paraayudar a los suyos. “La casa había quedado destruida por completo y, si no fuera por la Fundación Talca y por Cáritas de Italia, mi madre y mi hijo no tendrían dónde vivir. Estas instituciones le sdieron una pequeña casita de madera para salir del apuro de manera provisional… Aunque siguen viviendo en ella porque el Gobierno chileno aún no ha hecho nada”, se queja.
La situación familiar, sumada a la inestabilidad económica y laboral de su país, marcó un cambio de rumbo. “Decidí quedarme aquí, traer a mi hijo conmigo y, mientras llega ese momento, ayudarles tanto como pueda”. Cuando fue a Chile de visita, en julio de ese año, terminó de convencerse y les dijo lo que había decidido. “Volví aquí para terminar el master, para buscar trabajo y para empezar el doctorado que estoy haciendo ahora en Deusto”.
Un concurso de carteles
A la semana de llegar, se celebró el festival Gentes del Mundo. Y Marta -que tiene formación en Estudios Internacionales e Interculturales- se acercó. “Fui al stand de Chile, ayudé en lo que pude y conocí a muchas personas, no solo de mi país”. La experiencia le resultó tan positiva que siguió participando en las sucesivas ediciones de esta fiesta. En la actualidad, forma parte de la secretaría técnica que la organiza.
“Este año, el festival se celebrará en junio, pero ya estamos trabajando en ello”, adelanta. Una de las primeras iniciativas ha sido lanzar un concurso público. “La semana pasada hemos aprobado las bases del concurso de carteles para divulgar este evento. El tema elegido es ‘Identidades abiertas’ y pueden participar todas las personas quequieran. Eso sí, los trabajos deben presentarse antes del 19 de abril en el registro del Ayuntamiento de Bilbao”, recuerda. “Quienes estén interesados pueden consultar las bases en la web oficial: http://www.facebook.com/gmbilbao”, especifica.
Para ella es importante promover la integración, aunque reconoce que los vascos son hospitalarios y abiertos. “Aquí he conocido a mi pareja, y hace poco me he mudado de Arrigorriaga a Amurrio. El pueblo es pequeño, todo el mundo se conoce y yo me siento muy a gusto. La verdad es que me han recibido muy bien. La familia de mi chico es de aquí, de todala vida, y me ha hecho sentir una más. Y de él, qué te voy adecir… Se ha convertido en un pilar muy importante para mí”.