Le encanta vivir en Euskadi. Como dice, ha “elegido quedarse aquí”. En cierto modo, él y su familia encarnan muy bien uno de los rasgos más sobresalientes del siglo XXI: el carácter cosmopolita que han adquirido ciertas ciudades del País Vasco. Un apunte cotidiano es suficiente para verlo: él, afroamericano de Ohio, y su esposa, alemana de Leipzig, se radicaron aquí hace tres años, donde han tenido a sus hijos. “En casa, los peques hablan inglés y alemán. Y fuera, castellano y euskera”, comenta divertido -también fascinado- por la capacidad de aprendizaje de los niños.
Quien relata esta singular vida doméstica es Charles Cooper, un conocido músico, productor y pedagogo estadounidense, que algunos conocerán por sus actuaciones de jazz y hip hop en diversos puntos de Euskadi, y otros, por haberle visto en Berango, en la American School of Bilbao, donde trabaja como profesor. Y es que Charles -licenciado en Lengua Inglesa y Estudios Jazzísticos por la Universidad Estatal de Ohio- combina sus dos grandes pasiones para ganarse la vida: la música y la docencia.
“Mi principal pasión es el saxofón. Es mi instrumento. Y la verdad es que gracias a mi formación musical he podido viajar bastante y conocer artistas muy talentosos. A los trece años, ya tocaba en locales de mi ciudad. A los quince, empecé a hacer tours por mi país. Y a los dieciocho empecé a viajar por el mundo”, sintetiza. Ahora, que tiene cuarenta, Charles puede colocar en una misma oración nombres como Roy Ayers, Diana Ross, Davis Murray, Cassandra Wilson o Lauren Hill y contar que ha viajado y tocado el saxo con todos. “No soy una super estrella, pero algunas cosas he hecho, sí”, apunta distendido.
Pero las giras, además de darle ‘tablas’ y experiencia profesional, le cambiaron la vida en un aspecto más personal. En concreto, una de ellas, que en 2011 lo llevó hasta Alemania. “La primera vez que vine a Euskadi fue en 2010 -desvela-. Estuve un año, más o menos, y luego me marché de gira, en un tour de hip hop. Una de las ciudades que visité fue Dresde… y allí conocí a mi mujer, que es economista. Nos mantuvimos en contacto después de aquello. La relación prosperó y llegó un punto en el que nos planteamos dónde íbamos a vivir”, resume.
Elegir la tierra para crecer
Sobre la mesa, había tres opciones: Estados Unidos, Alemania y Euskadi. Aunque lo lógico hubiera sido escoger una de las primeras, es claro que se decantaron por la última… la pregunta es por qué. “Hubo varias razones -señala-. Quizá la principal sea la calidad de vida y la tranquilidad que hay aquí. En mi país, por desgracia, hay demasiada violencia e inseguridad. Tener atención médica de calidad cuesta muchísimo dinero. Y por otro lado, para mi esposa, era mucho más complicado a nivel laboral, ya que ella allí es considerada inmigrante. Aquí, aunque sea extranjera, es europea y todo es muchísimo más fácil”, observa.
“Además -prosigue-, decidimos tener niños. Y la verdad es que para nosotros, como familia, el País Vasco era la mejor elección”. Por supuesto, además de este aspecto práctico, Charles menciona otras cuestiones locales que le han conquistado. ¿La primera? “La cultura. Este es un lugar de tradiciones, donde el carácter de la gente está muy definido. El trabajo es un valor, y los vascos trabajan duro. Son muy luchadores. Eso me encanta. Además tienen lugares preciosos, una gastronomía muy rica y entornos estupendos”, enumera. “Lo único que no me gusta es el precio de la vivienda; es difícil plantearse comprar una”.
Charles también destaca el aspecto social y el carácter abierto de la gente. Asegura sentirse muy bien acogido y a gusto. “Tengo un buen grupo de amigos y jamás he tenido problemas por ser extranjero”, comenta, si bien menciona un aspecto curioso: “En ocasiones, al verme, lo primero que piensan quienes no me conocen es que soy africano. El trato y la percepción de la gente cambian cuando les digo que soy de Estados Unidos”.
Para él, la principal diferencia no es racial, sino de opciones. “Yo tuve acceso a una buena educación, y he seguido vinculado al sistema educativo aquí y en mi país”, explica Charles, que además de tener mucha experiencia como profesor de música y de lengua inglesa y literatura, recientemente ha trabajado como especialista y asesor en la preparación de profesores y administradores del sistema educativo de Ohio. “Todo esto me ha permitido elegir. Venir aquí fue una elección, quedarme fue una elección. Alguien que llega en peores condiciones tiene que luchar muchísimo más, y no siempre logra trabajar en lo que le gusta”.