Llegó al País Vasco hace siete años y se radicó en San Sebastián. La ciudad, dice, le ha brindado una “gran calidad de vida” y le ha ofrecido algunos “privilegios cotidianos”, naturales, como la combinación de la montaña y el mar. “Es un lugar estupendo para vivir y para que crezcan tus hijos”, apunta Richard Seddon, que tiene 41 años y es padre de un niño de 5. Para él, que es inglés, cambiar de país ha supuesto una oportunidad profesional, pero también un reto personal. “No ha sido tanto por la adaptación cultural, que no me ha costado, sino por el dominio del idioma”, señala.
“Mi mujer es de Navarra, así que la cultura de esta zona nunca me resultó ajena -aclara-. Nos conocimos en Inglaterra cuando éramos estudiantes; ella estaba en el último año de su carrera y había ido allí con una beca Erasmus. Por casualidad, coincidimos en una fiesta. Y aquí estamos, diecinueve años después”, resume. Tras vivir juntos durante doce años en su país, decidieron trasladarse a Euskadi. “Como te decía, el principal desafío fue el idioma. Mi nivel de español era muy básico cuando llegué. Y, aunque en mi trabajo se utiliza mucho el inglés, en la vida cotidiana no es así”, reconoce.
Su profesión fue, de hecho, la principal razón para emigrar. Richard es ingeniero de materiales y, antes de venir aquí, trabajaba para una pequeña empresa de I+D. Investigaba sobre materiales compuestos, como los que se usan en los frenos de los aviones y los trenes de alta velocidad, y sobre materiales para condiciones extremas o aplicaciones de petróleo y gas. “Estaba trabajando en dos proyectos europeos con Tecnalia y, por medio de esta colaboración, vi que había una oportunidad de solicitar un puesto de trabajo con el grupo aeroespacial. Afortunadamente tuve éxito y me uní al grupo en septiembre de 2007”, relata.
En la actualidad, continúa en la empresa y es jefe de proyecto. “He sido responsable de proyectos en varias áreas, incluyendo el espacio, la seguridad y la aeronáutica. También trabajo como corredor de tecnologías en el marco de un contrato de la Agencia Espacial Europea”, explica. Y, desde esa perspectiva, añade que “en Euskadi el nivel de investigación es alto. Aquí existen muchos incentivos y ayudas del Gobierno vasco para promover las iniciativas de I+D. La investigación científica recibe más apoyos que en otras partes de Europa. Cuando coincido con colegas de otros sitios siempre me dicen que tenemos muchísima suerte”.
Gastronomía y cultura
Otro aspecto -más doméstico- en el que se siente muy afortunado es el gastronómico. “Aquí se come muy bien. Junto con el paisaje y el entorno de Euskadi, una de las cosas que más me gustan de aquí es la comida. Las sidrerías, por ejemplo, son geniales”, dice. No obstante, y en contra de lo que cabría esperar de un inglés, Richard matiza que echa de menos la cultura gastronómica británica. “Sí, sí, ¡existe! -enfatiza para contrarrestar el escepticismo-. Extraño el desayuno inglés, los ‘fish and chips’, los asados de los domingos, ir al pub y los ‘blackpudding’, es decir, nuestra morcilla”, enumera.
Y prosigue: “Algo muy interesante de la cocina inglesa es el uso de las especias, la gran variedad de ellas que hay. Entre otras cosas, la expansión que tuvo el imperio británico en su día nos ha dejado eso: una cocina muy rica en sabores, especias y hierbas aromáticas procedentes de Asia. Echo de menos los currys indios, por ejemplo, aunque supongo que me pasa como a todos, que añoramos los sabores que nos recuerdan a nuestra casa, nuestra infancia, a la familia. Algunos sabores me llevan hasta allí”, explica, y resulta inevitable pensar en el té y la magdalena de Proust, en la búsqueda de un tiempo perdido.
“La parte positiva de esto es que en casa nos complementamos muy bien. Mi mujer cocina muy rico, aprendió con su madre, y es ella quien hace todos los platos salados. Yo, en cambio, preparo los dulces, como los pasteles o los bizcochos, que es lo que aprendí a cocinar con mi madre”, relata Richard, que también disfruta mucho de las costumbres locales. Y las valora.
“Desde el comienzo me han llamado la atención algunas celebraciones, como ciertos festivales o los carnavales. Por ejemplo, los de Ituren. Es un poco extraño ver a los joaldunak, pero me gusta mucho que se mantengan estas tradiciones. Me hace acordar a la danza morris del Reino Unido. La diferencia es que allí, si bien hay grupos que se dedican a ello, cuesta mantener las costumbres ancestrales. No encuentras fiestas del pueblo ni romerías. Aquí, en cambio, hay un gran interés por la cultura popular”. Por la cultura popular y por el fútbol, un rasgo que comparten ambos países. “Estoy feliz de que el ex entrenador de mi equipo, el Manchester United, haya llegado a Donosti para entrenar a la Real Sociedad. Solo espero que aquí tenga más suerte”, concluye.