292 | Yuri

El próximo domingo, quienes paseen por El Arenal encontrarán color y ritmo en las aceras. A las seis de la tarde, un nutrido grupo de bolivianos residentes en el País Vasco interpretará la ‘morenada’, una danza típica de su tierra -en concreto, de la región de Potosí-, cuyos orígenes se remontan a los tiempos de la conquista española. El evento es folclórico, musical y cultural, pero también es una reivindicación coordinada con otras sesenta ciudades de todo el mundo.

«La ‘morenada’ nació en Bolivia, en los centros mineros de Potosí, hace más de cuatrocientos años», explica Yuri Cornejo, el coordinador general de la Asociación Cultural ‘Sangre Boliviana’ (ACSABOL), encargada de organizar este acto. «En aquella época, los conquistadores llevaron a miles de africanos para trabajar como esclavos en las minas. Las condiciones de vida eran lastimosas, y los negros, los morenos, no aguantaban. A la dureza del trabajo se sumaba el clima y el entorno: aquello está a casi 4.000 metros de altura», precisa.

«Los esclavos -relata- llevaban cadenas en los pies. Al caminar, hacían un ruido peculiar, marcaban una cadencia. Y es de ahí de donde salen las notas musicales en las que se basa la ‘morenada’», una danza que se forjó a golpe de trabajo y dolor en la mina de plata más importante y codiciada de América Latina. El ritmo está íntimamente ligado a la historia boliviana, pero, según apunta Yuri, «a lo largo de los años, otros países del entorno han intentado apropiárselo».

Y allí estriba la importancia de la actuación de este domingo, que se titula ‘Morenada 100%’ y se celebrará de manera simultánea en distintas ciudades del globo. «Es una iniciativa cultural y, a la vez, reivindicativa. Queremos dar a conocer algo nuestro, perteneciente al folclore boliviano, y dejar claro su origen», dice Yuri. Para ello, su asociación ha unido esfuerzos con otras agrupaciones bolivianas, como Raíces, Bolivia Gurea, Nuevos Horizontes, Adrebol y Mujeres en Red.

Si bien ‘Sangre Boliviana’ ha trabajado estrechamente con las dos primeras para sacar adelante este proyecto, Yuri subraya que ésta será una celebración «abierta a todas las personas, pertenezcan o no a la asociación, vayan en familia, en pareja o acudan solas». Estima que el domingo habrá «unos 150 danzantes» y adelanta que aprovecharán la ocasión para conmemorar también el 188º aniversario de la independencia de Bolivia. «Mejor dicho -se corrige-, de la República Plurinacional de Bolivia», el nombre oficial de su país desde 2009.

Proyectos que deben esperar

La suma de esfuerzos entre asociaciones tiene precedentes: «una kalejira en 2012, la celebración de la navidad boliviana a finales del mismo año, y la participación en los carnavales de 2013, que hicimos de forma conjunta», especifica Yuri. Si bien son colaboraciones puntuales, esta tendencia tiene una enorme importancia en el seno de una de las comunidades de extranjeros más numerosas de Euskadi. Los planes compartidos, además de tener mayor recorrido, ayudan a que sus participantes se sientan menos solos.

«Esa es una realidad, sobre todo para quienes no venimos con la familia», apostilla Yuri, que llegó a Bilbao hace siete años, aunque su idea original era venir por menos tiempo. «Yo viví muchos años en Perú. Me fui joven de Bolivia, con una beca de estudios, y me quedé allí, donde me casé y tuve a mis hijos. Cuando me separé, volví a mi país y finalmente emigré a Euskadi. El objetivo era trabajar, ayudar a mis hijos y ahorrar dinero antes de volver. El problema es que cuando uno hace planes no tiene en cuenta que hay gastos importantes. En otras palabras, aquí se gana más, pero también se gasta más».

Y si a esa realidad se añade una crisis, es evidente que los plazos se alargan. «Tardas más en conseguir aquello que querías, empiezan a pasar los años y surgen otras cuestiones. Te haces mayor y no es viable regresar a tu país sin nada», explica Yuri, que ha cumplido 51 años y, además de padre, es abuelo.

«Mi objetivo sigue siendo el mismo, aunque no pueda hacerlo tan deprisa. Mi hija mayor ha terminado la carrera, es abogada, y ahora comenzará un posgrado. El pequeño recién empieza la universidad y quiero ayudarlo con eso. Su madre es quien ha estado siempre con ellos. Yo estoy lejos, pero quiero colaborar. Para cualquier padre es un orgullo ver cómo sus hijos salen adelante y tienen otras herramientas para la vida».

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