Wilfrío Ovelar llegó a Euskadi hace tres años y medio. Decidió emigrar de su país, Paraguay, en plena crisis económica de Europa, un poco en contra de la lógica y de la tendencia actual de retorno. «Uno tiene que pensar en positivo, marcarse metas y avanzar con la idea de alcanzarlas», dice con gran optimismo. Desde que llegó, no ha hecho otra cosa que pensar que su decisión de venir fue acertada. «Nunca creí que me iba a familiarizar tanto con una ciudad tan lejana y distinta a la mía -dice-, pero la verdad es que me he encariñado mucho con este lugar y su gente. La idea de despegarme algún día me cuesta, y eso que extraño mi tierra».
Wilfrío es de una ciudad que se llama Coronel Oviedo. «Está en el departamento (provincia) de Caaguazú, justo en el centro de la región oriental, y queda a 132 kilómetros de Asunción, la capital del país», explica con detalle y léxico de enciclopedia. «Es un lugar muy pujante y, en estos años, se ha convertido en una ciudad universitaria», agrega. Y lleva razón: la ciudad, de 120.000 habitantes, cuenta con ocho universidades. Si la apuesta educativa de la región es clara, también lo es la de Wilfrío, que decidió venir al País Vasco para completar su formación en odontología y, sobre todo, para explorar áreas nuevas.
«Mis primeras referencias de Bilbao las tuve por mi hermana y su marido, que es vasco. Ellos viven aquí, pero viajaron juntos a Paraguay cuando yo aún estaba allí y me hablaron mucho de la ciudad. Casi todo lo que me contaron me llamó mucho la atención, y empecé a seguir la evolución de Bilbao por Internet. Me impactó mucho el proyecto Ría 2000, el desarrollo que supuso para la ciudad y cómo un lugar puede repensarse a sí mismo a partir de una apuesta cultural, como un museo», cuenta maravillado.
Tras meditar sobre el asunto, decidió venir a estudiar. «Dejé en pausa mi vida allí y vine para renovarme y cambiar. Tengo cuarenta años y soy dentista, pero mi objetivo al venir no era tanto profundizar en la odontología, sino formarme como ‘personal shopper’ y hacer cursos de protocolo y asesoría de imagen personal», dice, consciente de que sus palabras sorprenden. «Bueno… Si una ciudad puede instalar un gran cambio, y pasar de la industria a la cultura, no veo por qué una persona no puede hacer lo mismo con su trabajo o sus estudios -argumenta-. Yo quería una transformación y, la verdad, Bilbao es el mejor sitio del mundo para reinventarse».
Sistema cooperativo
Wilfrío, que sí ha cumplido con su objetivo, pasó por varios trabajos para costearse los estudios y poder vivir aquí. «Cuidé ancianos, lavé coches y pinté casas hasta que empecé a trabajar con un odontólogo. Eso me ha permitido aprender más cosas de mi profesión y, en paralelo, darme el gusto de formarme en otros ámbitos». Además, descubrió con cierta sorpresa que «hay muchos paraguayos en Euskadi», un hecho que ha facilitado su adaptación y que ha despertado en él otros intereses, al margen de los académicos.
«Por un lado, hay una realidad, y es que la mayor parte de los paraguayos que viven aquí no han tenido la suerte de poder completar sus estudios. Muchos trabajan en el servicio doméstico y existen necesidades diversas. Cuando tienes un grupo numeroso de personas, los desafíos también son más grandes: hay problemas económicos, familiares, de repatriaciones inesperadas… Por ello dedico mi tiempo a la asociación de paraguayos ‘Entre amigos’. La idea es ayudarnos entre todos, de manera cooperativa, para estar un poquito mejor y que nadie se sienta solo», explica.
«Por otro lado -continúa-, este es un año muy importante para nosotros. Hay elecciones generales en Paraguay y, por primera vez, podremos votar desde el extranjero. Hemos conseguido autorización para instalar aquí una mesa electoral, tenemos 380 inscritos para votar, y Bilbao será la ciudad más distante desde la que se podrá elegir presidente. Esto es un gran paso. Y es solo el primero», anuncia.
«Lo siguiente será conseguir que se instale un consulado paraguayo aquí, para cubrir la zona norte. Actualmente, si tenemos que hacer un trámite, nos toca viajar a Barcelona, y eso no puede ser. Creo que cuando lo consigamos podré decir ‘misión cumplida’ y regresar a mi país, para trabajar por el bienestar de quienes están allí y han tenido menos oportunidades».