253 | Arthur

Acude a la entrevista con un libro en las manos. Lleva por título ‘La dieta de las princesas chinas’ y es el último que escribió. El texto aborda un tema contemporáneo: la dificultad para bajar de peso y la frustración de intentarlo por múltiples vías, sin éxito. También ofrece una solución, porque a ello se dedica Arthur Rowshan, a brindar soluciones concretas para problemas concretos. Por su consulta de la Clínica Euskalduna han pasado infinidad de personas en busca de ayuda y consejo profesional. Sobre todo, para dejar de fumar.

Iraní de nacimiento, canadiense de adopción y vasco por elección, Arthur ha centrado su interés en aquellas «dificultades cotidianas que nos impiden alcanzar una vida plena». O, mejor dicho, en erradicarlas con eficacia. «Ante un problema determinado -explica-, la psicología tradicional se centra en el origen y el porqué. A mí me interesa el cómo. Lo que procuro es entender de qué modo funciona algo para intentar cambiar el patrón y, una vez que lo consigo, comprender mejor las razones. Es decir, es la propia solución la que me ayuda a entender el problema», resume en un perfecto castellano.

Tras beber un sorbo de agua, continúa, para redondear la idea: «Tendemos a pensar que si comprendemos el porqué de algo seremos capaces de cambiarlo. Y no es así. No basta con saber que fumas porque sientes ansiedad, o porque te sientes inseguro, para que puedas dejarlo. Es preciso enfocarlo de otro modo», opina el terapeuta, que se ocupa de aclarar que él no es psicólogo y que en su consulta no hace análisis ni diagnósticos. «Mis sesiones están enfocadas en términos de desarrollo personal -dice- . Y son prácticas».

A pesar de esta puntualización, lo cierto es que Arthur es diplomado en Psicología por la Universidad de Waterloo, en Canadá, tiene un master en Tabaquismo, es experto en Hipnosis Clínica y Relajación y, también, en trabajo grupal. De hecho, viaja con asiduidad a Barcelona, Sevilla y Madrid, donde realiza sesiones en grupo para dejar de fumar. «En general, cuando alguien acude a mí es porque ya lo ha probado todo y no ha tenido los resultados que esperaba. Busca una alternativa y eso es lo que propongo. Mi trabajo consiste en crear una situación concreta en la que las personas puedan utilizar los recursos que tienen para superar un problema».

Arthur considera que ceñirse a una corriente o un dogma determinado es una limitante para el terapeuta. «Yo no tengo prejuicios dogmáticos de ninguna escuela», dice. Su método -muy personal, puesto que lleva su nombre- combina postulados del filósofo austríaco Karl Popper, el chino Lao-Tsé -fundador del taoísmo- y el portugués Antonio Damásio, premio Príncipe de Asturias en 2005. «El cerebro no toma decisiones basándose únicamente en la razón», cita de este último. «Por ello, busco poner en práctica estrategias alternativas, sin prejuicios ni teorías, hasta encontrar una solución elegante y eficaz», agrega.

Canalizar la energía

Su propuesta profesional es «canalizar mejor la energía en lugar de reprimirla y contenerla» y para ello se sirve de «pequeños cambios y ajustes»: justo lo contrario a su trayectoria personal, en la que ha hecho grandes modificaciones. Desde que partió de Irán, cuando tenía quince años, hasta que llegó a Bilbao en 1997, Arthur ha vivido en distintos lugares del mundo: de Italia y Suecia a la República Checa a Canadá, el país donde comenzó su carrera y del que tiene nacionalidad, aunque se considera un ciudadano del mundo, acorde a su fe Bahai.

La religión, precisamente, fue el origen de ese periplo. «La situación era difícil para los Bahai en Irán y, lejos de resolverse, se complicaba cada vez más. Poco a poco, mi familia decidió marcharse y yo partí hacia Italia con uno de mis hermanos», cuenta. Su familia fue también la razón principal para afincarse en Euskadi, puesto que en esa diáspora, algunos de los suyos habían venido aquí. Bilbao le sorprendió entonces y le sigue sorprendiendo ahora. «La ciudad ha experimentado un cambio espectacular y yo he tenido la suerte de verlo. Combina muy bien las características de una gran metrópoli, porque lo tiene todo, pero a su vez es pequeña y nunca te llega agobiar. Un buen lugar para echar raíces», concluye.

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