198 | Rodrigo

Cuando se le pregunta a Rodrigo Souza por su país y su ciudad, la primera respuesta que ofrece es bastante peculiar. “Soy del sur de Brasil, de una ciudad llamada Porto Alegre que tiene un millón y medio de habitantes y es la capital del estado de Rio Grande do Sul. Ese estado -continúa- hace frontera con Argentina y Uruguay, tiene unos ocho millones de habitantes y corresponde al 10% del PIB brasileño, que es de 2.025 miles de millones de dólares”.

Su curiosa descripción, rica en cifras y porcentajes, se comprende mejor al saber que su vida profesional está repleta de números. Desde 2008, año en que vino de su país hacia Euskadi, Rodrigo es el director financiero de Gerdau Sidenor, la principal acería del País Vasco y, también, el mayor fabricante de aceros especiales, de forja y fundición en España. “Llegué con mi familia en febrero de ese año, cuando el Grupo Gerdau, la empresa para la que trabajaba, me ofreció ocupar ese puesto”, explica Rodrigo, que previamente había estado radicado en Canadá.

Pero no todo son números en la vida de este ejecutivo, que describe a su tierra y su gente como un pueblo amable y correcto. “Nosotros, los ‘gaúchos’, nos parecemos a los vascos en muchos aspectos -sostiene-. Además del orgullo por nuestra historia y nuestras costumbres, tenemos una verdadera pasión por la gastronomía y el fútbol”. No en vano, una de las cosas que más añora de su ciudad es la posibilidad de ver en vivo a su equipo, el Internacional de Porto Alegre.

Claro que, si hablamos de deportes, su actividad preferida no está en la cancha sino en el mar. “Mi deporte favorito es el surf, y una de las cosas que más me gustan del País Vasco es que me da la oportunidad de practicarlo, incluso en invierno”, dice. “La verdad, desde los primeros días en este país me he sentido muy a gusto… y eso sin mencionar cosas reconocidamente agradables como la gastronomía, los paisajes, las personas y la cultura”.

¿Y qué hay del clima? “Me encanta -contesta-, a pesar de que en el primer invierno llovió casi todos los días. Me gusta mucho el clima que tenemos aquí, con las cuatro estaciones muy bien definidas”. Mejor no hablar de los pluviómetros en julio,

Una adaptación “fenomenal”

Las mudanzas internacionales, los viajes y traslados son relativamente frecuentes en el ámbito empresarial. Pero no siempre es sencillo lanzarse al agua y atreverse con un cambio tan grande. Cuando se tiene familia, por ejemplo, hay que sopesar otros factores y la decisión deja de ser personal, pues sus consecuencias -buenas y malas- afectan a todo el núcleo.

En este sentido, Rodrigo destaca que la adaptación de sus hijos a Euskadi ha sido muy buena. Más aún: “Fenomenal”, mucho mejor de lo que él esperaba. “Mis hijos ya tienen sus propias cuadrillas, la gran mayoría formada a partir de los colegas del cole y sus madres -señala-. Es verdad que los primeros tres meses fueron un poco más complicados, sobre todo por el idioma y la necesidad de comunicarse en castellano. Pero ¡luego hablaban muchísimo mejor que yo!”

Lógicamente, hay cosas que son más duras de sobrellevar. O de salvar porque, como dice este brasileño, “lo que más nos cuesta es la distancia que se ha generado entre mis hijos y sus abuelos, que se van quedando mayores, y sus primos. Mis padres y suegros vienen todos los años y pasan dos semanas por aquí, pero no es lo mismo que estar cerca”. Por esa razón, todos los años él y su familia viajan a Brasil. “Vamos unos diez días ahora y otros diez en Navidad, que allí es verano. Brasil es mi tierra, me encanta ser brasileño y estar ahí, pero de verdad que esos veinte días son suficientes para echar de menos las cosas y la vida que tenemos por aquí…Echo de menos Euskadi cuando voy de vacaciones”.

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