Desde que llegó al País Vasco, hace ahora diez años, Umberto De Marco se ha preocupado por aprehender la cultura local y, a la vez, enseñar la propia. Y lo ha hecho de manera literal, porque este napolitano es profesor de italiano y, desde 2004, dirige CASAITALIA, el Instituto Oficial de la Lengua y Cultura Italianas en Euskadi. Su desempeño profesional es meritorio, especialmente si se tiene en cuenta que llegó aquí “por casualidad”.
“En 2001 me encontré con una amiga que estaba viviendo en Sopelana. Ella iba a dejar libre su piso durante un mes y me lo ofreció porque, en ese momento, yo estaba estudiando para hacer unos exámenes de castellano en la universidad. A ella le venía bien alquilar el piso para conservarlo, y yo tendría una oportunidad estupenda de practicar el idioma -resume-. Como puedes ver, dije que sí”.
Claro que, en su caso, el ‘sí’ de un mes se transformó en una elección de vida. ¿Qué ocurrió? “Me gustó el lugar. Tan sencillo como eso. El País Vasco me pareció un sitio magnífico y magnético. Como dicen en las películas, fue amor a primera vista”, responde Umberto, que actualmente vive y trabaja en Getxo.
“Después de aquel mes en Sopelana, decidí pasar más tiempo aquí. Quería echar un vistazo más en profundidad y, además, ¡me enganché al surf!”, confiesa este italiano, que “nunca había practicado ese deporte porque en el Mediterráneo poca cosa puedes hacer”. Umberto se estrenó con las olas del Cantábrico, y asegura que le “encantó. Pensé que la única manera de practicarlo todos los días era vivir en un sitio donde pudiera hacerlo. Y aquí me tienes”.
En ese sentido, reconoce que es “un inmigrante con suerte” porque pudo elegir Euskadi sin la presión que tienen muchos otros extranjeros. No obstante, matiza que “al principio fue muy duro”. No todo es surf en la vida; tenía que ganarse el pan, así que se puso a trabajar “en lo que surgía. Fui camarero, estuve en una ETT… y compatibilizaba esos empleos con clases de italiano en academias, en empresas o con particulares”, enumera.
Poco a poco, la docencia dejó de ser una actividad complementaria para transformarse en la principal. Y, más adelante, en la única. “En 2004 abrí Casa Italia, aquí en Getxo, y descubrí que es el proyecto de mi vida. Desde entonces me dedico por completo a enseñar mi idioma y difundir mi cultura”, señala.
Dante Alighieri en Vizcaya
El año pasado, el instituto que Umberto dirige fue reconocido por la Società Dante Alighieri como centro oficial de enseñanza. Desde su fundación, en 1889, esta sociedad se ocupa de promover la lengua italiana en todo el mundo. Por eso, para Umberto es “un gran logro y un privilegio” formar parte de ella. “Es el equivalente del Instituto Cervantes”, dice sin poder ocultar su orgullo. “También es un respaldo importante para nuestra actividad”, añade.
Y es que Umberto no sólo quiere enseñar el idioma, sino abarcar lo artístico, lo cultural y lo turístico. “Italia tiene un patrimonio muy importante de arte, historia y arquitectura que no todo el mundo conoce. Y Nápoles es un buen ejemplo de ese desconocimiento”, lamenta.
Cuando le preguntan por su país y, en concreto, por su ciudad, la curiosidad no pasa por el acervo cultural. Ni tan siquiera por el deporte (y eso que ayer terminó de disputarse el Giro). “Las preguntas -dice él- siempre están enfocadas hacia la camorra y las organizaciones criminales; hacia el morbo de la violencia. Y fíjate que, cuando voy allí, las preguntas que me hacen sobre el País Vasco son prácticamente las mismas”, agrega. “Yo creo que hace falta mucha información, y siempre intento ofrecerla, ya sea en un curso o en un viaje. De la misma manera, cuando estoy fuera de aquí me dedico a desmentir muchas cosas falsas. La verdad es que si conociera un lugar mejor que Euskadi, ya estaría allí”.