Las elecciones municipales del próximo domingo marcan el ritmo de la vida cotidiana. A menos de una semana de la cita con las urnas, los comicios no dan tregua ni respiro a los ciudadanos. Hace tiempo que imprimen su peso en casi todas las agendas. Se cuelan en los debates, politizan las sobremesas y hacen subir el tono de unas cuantas conversaciones. Y ahora, en la recta final, esa dinámica se intensifica.
Pero no solo su inminencia abona los intercambios de ideas. También su ausencia forzosa en determinados escenarios origina desavenencias y es motivo de protesta. En efecto, mientras la mayoría de los ciudadanos discute sobre los candidatos, las propuestas y las opciones, hay un sector muy numeroso de la sociedad que lamenta no poder participar en la toma de decisiones; que tiene voz pero no voto, y no puede hacer valer su opinión, aunque quiera.
“Miles de personas se quedarán sin votar este domingo en Euskadi, aunque vivan aquí, trabajen aquí y paguen aquí sus impuestos”, señala Abdoulaye Güeye, un abogado senegalés que reside desde 2007 en San Sebastián y que se presenta a las municipales donostiarras con el partido Denok Hiritar / Ciudadanía Plena. Entre sus principales iniciativas, destaca la reivindicación del sufragio universal.
“Cuando estás en tu propio país, eres un ciudadano de pleno derecho. Te interesas por la vida política, por las decisiones que se toman en tu nombre y puedes participar. Lo lógico es que, al emigrar y echar raíces en otro sitio, quieras lo mismo -expone Abdoulaye-. Si aportas dinero y fuerza de trabajo a esta sociedad, si vives aquí con tu familia, si tus hijos van al colegio en esta ciudad… ¿cómo no te vas a interesar por la gestión de sus recursos?”, se pregunta.
“A mí me preocupan las mismas cosas que a los vascos -prosigue-: si va a subir el impuesto de basuras, si se va a promover el alquiler, si habrá reformas educativas… Quizá a la gente le parezca raro que un inmigrante quiera participar en la vida pública de un país que no es el suyo, pero lo verdaderamente extraño sería que yo me presentara a unas elecciones municipales en el mío, donde no vivo, donde no trabajo y donde no estoy al tanto de los problemas”, razona.
El ‘número dos’
Abdoulaye Güeye procede de una pequeña ciudad de Senegal que está a unos 90 km de Dakar. Allí estudió Derecho y eso fue, precisamente, lo que le trajo hace cuatro años a Euskadi. Vino para continuar su formación. Sin embargo, cuando acabó los estudios recibió una buena oferta de trabajo en un sitio que le gustaba y desempeñando su profesión, “algo que -reconoce- difícilmente podría tener en Senegal”. Por esa razón se quedó.
Lo de la vocación política surgió después. “Y ni siquiera se podría definir como vocación -matiza Abdoulaye, que ocupa el segundo lugar en la lista de candidatos-. Los integrantes de Denok Hiritar militamos por la igualdad de derechos, pero ninguno tiene ambición política al uso. Quiero decir, cada uno tiene su trabajo y su profesión, hay desde antropólogos hasta empleadas del hogar, no todos somos extranjeros, porque es una agrupación plural, y no queremos vivir de la política”, sostiene.
Entonces… ¿cuál es el objetivo? “Defender la igualdad de derechos. La Constitución, tal y como está redactada hoy, establece que sólo pueden votar los extranjeros cuyos países tengan convenio de reciprocidad con España. Mi país, por ejemplo, no tiene esa relación privilegiada, de modo que yo puedo hacer vida política porque tengo la nacionalidad española, mientras que otros senegaleses no gozan de esa oportunidad. Es injusto. Hay miles de personas que están integradas en la sociedad vasca, pero cuya opinión no cuenta. Como demócratas que somos, nos preocupa que una parte de la ciudadanía no pueda votar”, concluye.